miércoles, 15 de diciembre de 2010

Zola

Émile Zola


Thérèse Raquin


“En Thérèse Raquin pretendí estudiar temperamentos y no caracteres. En eso consiste el libro en su totalidad. Escogí personajes sometidos por completo a la soberanía de los nervios y la sangre, privados de libre arbitrio, a quienes las fatalidades de la carne conducen a rastras a cada uno de los trances de su existencia.” Prólogo a la segunda edición, Émile Zola, 15 de abril de 1868.

“A la misma hora, se había dado, en aquella mujer y aquel hombre, una suerte de trastorno nervioso que los devolvía, palpitantes y aterrados, a sus terribles amores. Se había establecido entre ellos un parentesco de sangre y voluptuosidad. Los mismos escalofríos los estremecían; las mismas angustias les oprimían los corazones, en una suerte de dolorosa fraternidad. A partir de ese momento no tuvieron sino un único cuerpo y una única alma para gozar y padecer. Esa comunión, esa mutua compenetración es un hecho psicológico y fisiológico que se da con frecuencia en las personas a las que hondas conmociones nerviosas hacen chocar violentamente entre sí.”


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